La expansión del paisaje artificial urbano crece, a veces sin control y en perjuicio de las especies (vegetales y animales) que estaban antes que nosotros los humanos.
Cuando se puede, los esfuerzos de plantar o preservar por ejemplo árboles que brindan sombra, purificación del aire, y enlace biológico entre especies, son dedicados y muchas veces incomprendidos. Lastimosamente, en otras ocasiones se puede borrar de un solo plumazo la vida de un gran árbol, sin dejar más huella que un pedazo de tronco en proceso de muerte.